Antropología Andina - Muhunchik – Jathasa
Creencias y simbolismo en la festividad de “Todos los Santos” – Puno 2022 Beliefs and symbolism in the festivity of “All Saints” – Puno 2022 |
Javier Rubén Romero Cahuana , J. C. Calcina, Y. L. Canaza, R. A. Chura, N. R. Huarahuara, Z. L. Charca, J. Huanca, A. Quecara, A. Y. Molina, B. X. Mamani, K. W. Zapana, M. Rojas, J. A. Rojas, J. P. Linares, L. Y. Mamani, F. Mamani, J. D. Izquierdo, H. Afaraya, A. S. García, H. V. Maquera, & E. H. Coila 1 |
1 Universidad Nacional del Altiplano de Puno, P.O. Box 291, Puno-Perú jromero@unap.edu.pe |
Recibido 04 nov 2022; Revisado 20 nov 2022; Aceptado 21 dic. 2022; Publicado 25 ene 2022 |
Copyright © 2022 Javier Rubén Romero Cahuana et al. Es un artículo de acceso abierto distribuido bajo Creative Commons Attribution Licencia, que permite el uso, la distribución y la reproducción sin restricciones en cualquier medio, siempre que la obra original sea debidamente citado. |
Resumen La universidad como centro superior, tiene entre sus funciones más significativas promover la investigación formativa, cuyo objetivo es amalgamar la teoría y práctica de la disciplina científica, provocando en los estudiantes el logro de habilidades para su desempeño profesional futuro. El propósito de este trabajo, es presentar la preocupación de docentes y estudiantes sobre las creencias y prácticas religiosas del día de “Todos los Santos” en la ciudad de Puno, con la finalidad de registrar y analizar las nuevas manifestaciones de estas expresiones religiosas post pandemia COVID-19, entendiendo la dinámica y dialéctica de la cultura, que mantiene concepciones, ceremonias y ritos, de los cuales es menester de la Antropología de la religión estudiarlos y darles una explicación e interpretación científica apropiada. Para ello se aplicó entrevistas (guía de entrevista) bajo 3 vértices de análisis antropológico: los agentes, los actos y las representaciones de las prácticas culturales, a una muestra significativa de actores sociales que participaron de esta manifestación religiosa. Los resultados, revelan no sólo el contenido ideológico y continuidad de las dimensiones del sistema religioso (creencias, ritos, organización, ética y sentimientos), como modelos imaginarios de los sistemas cosmogónicos y cosmológicos de nuestra cultura quechua y aymara en el altiplano, sino que, además dan a conocer los cambios temporales en relación a su práctica contemporánea. Palabras clave: prácticas religiosas, concepciones, ritos, organización, Todos los Santos. Abstract The university as a superior center, has among its most significant functions to promote formative research, whose objective is to amalgamate the theory and practice of the scientific discipline, causing students to achieve skills for their future professional performance. The purpose of this work is to present the concern of teachers and students about the religious beliefs and religious practices of the day of "All Saints" in the city of Puno, in order to record and analyze the new manifestations of these religious expressions post-pandemic COVID-19. Understanding the dynamics and dialectics of culture, which maintains conceptions, ceremonies and rites, of which it is necessary for the Anthropology of religion to study them and give them an appropriate scientific explanation and interpretation. For this purpose, interviews (interview guide) were applied under 3 vertices of anthropological analysis: agents, acts and representations of cultural practices, to a significant sample of social actors who participated in this religious manifestation. The results reveal not only the ideological content and continuity of the dimensions of the religious system (beliefs, rites, organization, ethics and feelings), as imaginary models of the cosmogonic and cosmological systems of our Quechua and Aymara culture in the Altiplano, but also, they also reveal the temporary changes in relation to their contemporary practice. Key words: Religious practices, conceptions, rites, organization, All Saints. |
Introducción
El día de todos los santos y el de los fieles difuntos en nuestro contexto, es una manifestación religiosa celebrada en todo el mundo. Instituida por la iglesia católica en el S. IV, para establecer un día de conmemoración a los mártires cristianos que produjo la persecución del emperador Diocleciano (Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto 284-305), tuvo una fecha cambiante hasta que el papa Gregorio III (731-741) fijo esta fecha al 1ro de noviembre como contraposición a la fiesta pagana denominada Samhain o año nuevo celta (hoy llamado Halloween) que se celebraba la noche del 31 de octubre, en la creencia de la apertura entre el mundo tangible y el de las tinieblas, y que los muertos venían a visitar a los vivos (Puntal, 2012). En el caso peruano esta conmemoración se remonta a antes de la llegada de los españoles, según Garcilazo de la Vega (M. DCIX) señala que “no entendían que la otra vida era espiritual, sino corporal como esta misma” (T.1 p. 86), del mismo modo Valcarcel (1984), citando al cronista Cobo señala que “las almas se quedaban en este mundo, unas con gozo y otras con pena; que andaban solitarias, padeciendo hambre, sed, frío, calor y cansancio y cuando se presentaban a visitar a sus parientes era señal de que estos iban a morir u ocurrirles algún daño” (T. III p. 198), Garcilazo de la Vega, citando a Francisco López de Gómara señala también sobre los entierros a los grandes reyes del Perú que: “Cuando los españoles abrían estas sepulturas y desaparecían los huesos, les rogaban los indios que no lo hiciesen, porque juntos estuviesen al resucitar”, creyendo así en la resurrección de los cuerpos y la inmortalidad de las almas (T.1 p. 87). Del mismo modo Valcarcel (1984), citando al padre Ramos Gavilán, señala que “en el mes de noviembre, sacan a los difuntos de sus bóvedas (pucullu). Les dan de comer y beber. Nuevos vestidos y plumas en la cabeza y danzan con ellos, los ponen en andas y van de casa en casa y por calles y plazas. Vuelven a sus pucullus y les ponen vajilla si es principal de plata y si común de barro” (T. III p. 341). Coincidimos en señalar que, para los pueblos prehispánicos y sus descendientes actuales, el día de “Todos los Santos” y el de los fieles difuntos engloba la creencia en la muerte como un solo ritual mortuorio, ausente de las connotaciones morales de la iglesia católica (castigar o premiar), sino más bien como el rumbo destinado a las almas como continuidad de la vida misma, y constituyen en nuestros pueblos actuales, tal como lo señalan diversos autores, la expresión viva de costumbres ancestrales que se han recreado en el tiempo.
Respecto a esta festividad es poco lo que se ha escrito en nuestro contexto. Sin embargo, son muchos los escritos en otros países que analizan las representaciones religiosas que se representan durante los actos rituales del día de “Todos los Santos”.
El problema que se identifica es la pérdida de prácticas y cambios culturales, así como una diferenciación económica social entre los sectores que la practican. La particularidad de esta investigación es que se realizó en un contexto post pandemia, libre de las restricciones sanitarias impuestas por el gobierno peruano a partir del jueves 27 de octubre con el D.S. 130-2022-PCM. Esta nueva etapa de regreso a la normalidad, visibiliza la recuperación de costumbres o donde se hace más visible su presencia retomando actividades que fueron postergadas a consecuencia de la pandemia del COVID-19. El trabajo de campo se realizó en dos etapas: la primera durante la semana previa a la celebración del día de “Todos los Santos”, con la finalidad de identificar las costumbres de preparación previas a este día festivo, y la segunda el mismo día en la visita a dos de los principales cementerios de la ciudad de Puno (Laykakota y Yanamayo). Además del autor principal, trabajaron en autoría colectiva para el recojo de información: Jhon Cristhian Calcina Hayqui, Yeny Lisbeth Canaza Mamani, Rocío Anel Chura Choquehuanca, Nagiely Rocío Huarahuara Moreno, Zayda Liliana Charca Humpiri, Joel Huanca Chino, Arnaldo Quecara Cari, Anshela Yeiss Molina Mayta, Britney Ximena Mamani Velásquez, Kevin Williams Zapana Carita, Magaly Rojas Tacusi, Jossue Anthony Rojas Quisbert, Jonhy Pedro Linares Limachi, Luz Yanely Mamani Zaana, Fabiola Mamani Flores, Joel David Izquierdo Trujillo, Henry Afaraya Pilco, Adams Smith García Flores, Hugo Vidal Maquera Castro, y Erick Hemerzon Coila Gallegos (estudiantes del III semestre académico 2022-II de la Escuela Profesional de Antropología UNA-Puno)
No registrar y analizar esta información, es no dar una explicación e interpretación científica apropiada, donde los profesionales a través de distintos métodos y metodologías puedan contribuir a la preservación y continuidad del conocimiento en su sentido más amplio. En la presente investigación se registra y analiza los cambios y las nuevas manifestaciones de las creencias, ritos, organización, ética y sentimientos expresión religiosa del día de “Todos los Santos”. Se hipotetizó que este análisis servirá como un primer acercamiento al entendimiento cultural, social e ideológico de esta expresión religiosa manifestada en distintas culturas del mundo, contribuyendo a aumentar el conocimiento existente sobre este tema.
Metodología
La metodología utilizada en este estudio es el paradigma cualitativo de alcance etnográfico de tipo explicativo interpretativo. La muestra se obtuvo de un número significativo de informantes en dos sectores de la ciudad de Puno (Cementerio Central de Laykacota - centro de la ciudad y Cementerio de Yanamayo periferia de la ciudad) en el año 2022. Para la obtención de datos, se realizó guías de entrevista, y entrevistas en profundidad sobre la presunción de estereotipos sociales entre los practicantes de estos dos sectores de la ciudad y cambios ocurridos a nivel longitudinal sobre las costumbres y tradiciones en relación al día de “Todos los Santos” en la ciudad de Puno. En este sentido el contenido de información es un intento de sistematización de las nuevas manifestaciones de las creencias, ritos, organización, ética y sentimientos expresión religiosa del día de “Todos los Santos”, practicada por las familias quechuas y aymaras en la ciudad de Puno.
Resultados
En la actualidad la creencia en el día de los difuntos o día de los muertos, se ha mantenido en los descendientes de los pueblos prehispánicos, como una costumbre que engloba la creencia en la muerte como un solo ritual de duelo, ausente de las asociaciones morales de la iglesia católica (castigar o premiar), sino más bien como el camino destinado a las almas como continuidad de la vida misma, tal como lo afirmara E.B. Tylor, «las culturas más avanzadas podían mantener rasgos primitivos dentro de su cultura a los que llamó “supervivencias” (tradiciones de tiempos anteriores)» que definía los procesos, costumbres, opiniones, etc., que por la fuerza del hábito fueron trasladados a una nueva época diferente de aquella que la originó. A pesar de la pérdida de conocimientos y hasta el contexto sagrado que señala E. Durkhein, muchas de estas manifestaciones se conservan por la fuerza de la costumbre en las generaciones jóvenes que le dan nuevas significaciones a este hecho, tal como podemos apreciar en el siguiente testimonio:
No se trata de valorar esta fiesta, sino de recordar a nuestros difuntos ya que durante todo el año muchas veces nos olvidamos de ellos (Julio, 34 años; Rosa, 35 años; Eduardo, 65 años).
En este sentido los practicantes o agentes de estas costumbres, demuestran éstas prácticas al decir “cuando los vivos recuerdan a sus muertos”, desarrollando distintas actividades como los preparativos para recibir la visita de las almas, la limpieza y arreglo de tumbas en el cementerio, el pintado y reparación de lápidas, el adorno con flores, etc. (Consulado México, s.f.). todas estas actividades tienen actores sociales que participan activamente en la realización de estos actos religiosos.
Los familiares: Son los parientes por vínculo familiar o consanguinidad de la persona fallecida. Estas son las personas que normalmente se encargan de los preparativos para recepcionar la visita del alma de sus familiares, en el entender como ya se dijo líneas arriba, de la continuidad de la vida después de la muerte.
“En estas fechas se recuerda a nuestros muertos ya que se tiene la creencia que bajan a visitarnos, por eso tenemos que recibirlos” (Delio, 56 años).
Estos preparativos inician con una o dos semanas de anticipación, primero con la preparación o compra de ofrendas (galletas y panes “T’antawawas”) que se ofrecerán en la mesa o altar, que denominan “Churaki” (mesa de ofrendas), luego con la limpieza y arreglo de las tumbas en los cementerios (reparación y pintado), se menciona que antes de iniciar la limpieza siempre se debe pedir permiso mediante el “Ch’allawi” (ofrendar una bebida a la Pachamama), para proceder a cambiar las flores y coronas antiguas, reparar y pintar los nichos o sepulturas, algunos realizan personalmente el pintado y otros contratan los servicios de algún especialista, los colores dependen del género del fallecido, en caso de que sean mujeres optan los colores blanco, rosa, o amarillo, y si son varones los pintan de colores como celeste, amarillo, blanco, plomo, plateado; finalmente organizan la recepción y despacho a las almas un día antes y el día central de la celebración (1° y 2° de noviembre), durante estos días los familiares rezan, cantan y hacen el pedido a los rezadores para recordar y pedir por el bienestar de sus difuntos.
Los pintores: Son los agentes más requeridos en estas fechas, sin embargo, con el desarrollo de la oferta de servicios, su trabajo poco a poco fue menos valorado, por el alto costo en la mano de obra que representaba gastos onerosos a la familia. Actualmente los pocos pintores que realizan este trabajo cobran por sus servicios entre 40 a 60 soles, dependiendo del diseño artístico solicitado y del estado de las tumbas tomando en cuenta que el pintado de rejas también tiene otro costo que va desde los 15 a 20 soles. Este año su número fue bastante escaso, aunque no muy requerido por los arreglos en lápidas y gigantografías que son pegadas en los nichos, de forma más sencilla y económica para las familias.
La beneficencia: Es la institución que regula y apoya en la organización de los arreglos y limpieza general en los cementerios, su participación se torna muy importante, semanas y días antes de las celebraciones. Durante este año se aprovechó para comunicar sobre el vencimiento de licencias de los nichos (el pago es cada 10 años con un precio de 10, 000.00 soles), en caso de no pagar la renovación de estos nichos, los restos óseos son trasladados a una fosa común. Esta entidad, también es la encargada del recojo masivo de desechos, la quema de malezas, y este año publicó nuevas ordenanzas en la seguridad para evitar aglomeración y exageración en las costumbres de los familiares en el consumo de bebidas alcohólicas, ofertando para esta ocasión la seguridad pública (policía) y la seguridad privada (empresa de seguridad particular), para el normal desarrollo de esta actividad religiosa.
Los comerciantes: Existe una variedad de agentes en este rubro, sin embargo, los comerciantes de flores son los actores principales de la celebración, los días previos estos ocupan lugares más allá de los destinados habitualmente (calles aledañas a mercados y cementerios). Al entrevistar a éstos sobre la demanda de ventas, se menciona que las flores son traídas con días de anticipación desde Tacna, Arequipa y Cusco por la alta demanda local y regional. Las flores son compradas por los familiares de acuerdo al género del fallecido: si es mujer compran flores de colores como rojo, rosado, blanco, amarillo, fucsias; y en caso de que sea varón, usan celeste, amarillo, morado, blanco; en caso de que su fallecido sea un niño las flores son siempre blancas. Los amarrados o preparados de flores varían en precios que van desde 2.50, 5.00, 15.00 a más soles según la variedad y calidad de los mismos.
Los vendedores de coronas, al igual que los vendedores de flores se ubican en lugares cercanos a mercados y cementerios, cada comerciante debe pagar en promedio 35 soles a los vigilantes por el cuidado de sus puestos por 4 días que dura la festividad. Según las versiones de los comerciantes, inician su confección desde el mes de marzo, para comenzar su venta a partir del 29 de octubre, se indica que antiguamente se hacía de papel y cinta de agua, pero actualmente se hacen de tela o plástico para hacerlas más durables y vistosas. Las coronas son compradas de acuerdo al tamaño (para niños o adultos), si son adultos las coronas son grandes y si son para niños estas tienden a ser siempre más pequeñas. Los colores también varían según el género del difunto, en caso de mujeres hay colores como amarillo, rojo, celeste, rosado y otros; para los varones son los colores como amarillos, azul, morado, entre otros y para los niños casi siempre es blanco. Las diferencias de la corona para mujer, varón y niño no solo son por el color sino también por la estampita que esta tiene, si es para mujer lleva la estampita de una santa o virgen, pero en todo caso la estampa tiene que ser una santa femenina; para los hombres tiene que tener una estampa de un santo masculino; y para los niños casi siempre va un angelito en la estampa. Los precios varían de acuerdo al tamaño y material si son de tela, cinta de agua o de papel. El significado de la corona según los comerciantes representa un sombrero para el difunto.
El tombolero: Es el personaje encargado del armado de la tómbola (altar o mesa de ofrendas), la organización de los rezos (rosario) de las visitas y el pago a los rezadores (galletas, dulces, mana o panes t’antawawas). También son los encargados de cuidar toda la noche la tómbola para no sufrir el robo de las ofrendas (sobre todo de las “T’antawawas” más grandes), las visitas siempre intentaran hacer dormir al tombolero invitándole bebidas para que este se duerma en un juego armonioso que distrae y alegra a los asistentes, intentado sustraer los objetos más valiosos de la mesa de ofrendas. Generalmente los deudos dan este cargo a un familiar o también algunos contratan a una persona que tiene experiencia en estas actividades, en algunas ocasiones los que arman la tómbola no tienen conocimiento de que han sido designados para hacer el cargo de tombolero. El armado de tómbolas se realiza por 3 años consecutivos. En caso de que el difunto haya fallecido meses antes del día de “Todos los Santos”, el armado de tómbola no se realiza, porque se cree que el difunto “no ha sido perdonado por sus pecados”, o en otros casos “no ha muerto completamente y no se le han reventado los ojos”, en todo caso la creencia es que el cuerpo y el alma están frescos. Entre otros aspectos, se tiene la creencia de que por un año se arma un primer escalón, por dos años dos escalones y por 3 años son 3 escalones, pero en la actualidad muy pocas familias realizan de acuerdo a estas creencias ya que algunos incluso arman en el suelo, lo que indica la pérdida de conocimiento y tradición.
“Esta costumbre se realiza como es costumbre por tres años, el primer año es apertura, el segundo año es medio y el tercer año cierre, durante estos 3 años las ofrendas son mayores, pasado el cuarto año se considera “machu alma” (alma vieja), aquí las ofrendas son menores porque ya no se espera la visita de los familiares, solo de la almita” (Julio, 34 años; Rosa, 35 años; Diego, 27 años).
Los resiris o rezadores: También llamados “reza rezas”, son grupos de personas desde niños hasta adultos, se distinguen por el dominio de cánticos, siendo el sentimiento el mismo entre ambos grupos. Los niños por lo general recitan sólo el Padre Nuestro, mientras que los adultos organizan sus rezos con el Padre Nuestro, Ave María y el Credo, así mismo llevan con ellos un responso. El pago es de acuerdo a la voluntad de cada persona que hace rezar a sus difuntos, entre lo que les dan de pago está el dinero, galletas, bizcochuelos, mana, dulces, etc., también se hace mención a la diferencia de los años de duelo de los familiares (primer año, segundo año, tercer año), según la creencia todo lo que se arma en la tómbola tiene que ser repartido para los rezadores y los que cantan, en estos años dan galletas, bizcochuelos, mana, t’anta wawa, dulces, y dinero. Los deudos tienen la creencia que, si no despacha todas las ofrendas, las almas se van sufriendo, o incluso de que algún familiar pueda fallecer.
Los músicos: Se menciona que anteriormente los músicos daban una serenata a pedido de los familiares para sus muertos. Los músicos cobraban sus honorarios a un costo de 5 soles por tema, siendo las canciones más pedidas el panteonero, la orquesta, airampito, clavelito o cáncer de amor estas canciones van a acuerdo a los gustos del fallecido o relativos al sentimiento de los familiares, en caso de los niños lo más pedido era mi chiquitín. Antes de la pandemia había muchas personas que cantaban, pero en la actualidad se ha visto muy escaso.
Los danzarines: Estos personajes, aunque eran poco comunes anteriormente, hoy en día acompañan a los conjuntos de música, ofreciendo un show para los asistentes y las almas. Al igual que el resto de actores que participan de esta celebración, el pago por sus servicios son las ofrendas de las tómbolas de la noche del 1ro de noviembre o también por dinero (5 soles), todo esto en voluntad de los familiares. Actualmente su participación también fue reducida.
Para el historiador puneño Rene Calsín, el proceso de globalización que tuvo impacto desde 1960-1980, marco el inicio de la mercantilización de nuevos productos en reemplazo de otros, más que todo de orden natural, junto a ello se puede decir que también se han desestructurado las creencias y significados de la tradición popular, reemplazándose su significado a un valor de uso e intercambio netamente monetario, sin embargo, aún perviven algunos de estos significados gracias a la interrelación entre campo y ciudad que refuerza dichos conocimientos con la tradición que aún mantiene su fortaleza en nuestra ancestral cultura.
Las familias de Puno realizan una serie de actos rituales para rendir culto a los muertos durante la festividad de todos los santos, que van desde la preparación de los productos para las ofrendas, el armado del altar, hasta la recepción y despacho de las almitas. El altar de muertos o mesa de ofrendas, es un elemento fundamental donde se desarrollan los actos religiosos del día de “Todos los Santos” y día de los fieles difuntos, se cree que el espíritu de los difuntos regresa del mundo de los muertos para volver a convivir con la familia al menos por unos días y así reconfortarlos por esa pena. A continuación, mencionaremos algunas creencias recogidas de los pobladores de Puno que practican en el día de “Todos los Santos” los que nos ayudan a entender los rituales que se realizan entorno al culto a los muertos.
La preparación de las ofrendas: Desde semanas antes las personas se preparan para recibir a las “almas” de sus seres queridos, en estas fechas se observan diferentes roles en los preparativos de los actos religiosos. Las compras de insumos y materiales, son las actividades que resaltan en esta etapa previa (carne, harina, dulces, galletas, flores, coronas, etc.) son necesarios para cumplir con estos roles. Un ejemplo de este caso es la familia Porcela, que señala que cada uno de los hijos tienen diferentes roles, uno de los hermanos compró un cordero en la feria sabatina, el otro hermano crio un cerdo en su comunidad y lo trajo para el cumplir su rol como hijo en “Todos los Santos”. El sacrificio se había hecho a las 6 de la mañana (antes de que el sol salga en su total resplandor) donde se mató al cordero y al cerdo, para el primero de noviembre con el fin de recibir al alma y recibir a algunos invitados. Los familiares directos de la persona fallecida se denominan “celebrantes”, y son los actores principales de los actos religiosos, por lo general dependiendo de su composición familiar, se reúnen para hacer las compras y, si estos son más de dos hermanos, comparten los gastos en todo lo que tienen que gastar para agasajar al almita que les visita, es por eso que ahorran y hacen sus compras con previa anticipación, para elaborar las ofrendas que se hacen de masa de harina (como wawa, sol, luna, escalera, llama, paloma, etc.), con el fin de que no haya contratiempos para recibir a las almas y a los visitantes. Antiguamente todo se hacía a mano, pero hoy en día con la modernización, los hornos ya cuentan con amasadoras, que hace más eficiente la atención de los clientes.
El armado del altar o tómbola: El primero de noviembre o incluso el mismo 31 se arma la tómbola y se empieza a poner todo tipo de ofrendas, comidas, bebidas, lo que en vida más le gusto al difunto. Apenas armado la tómbola o altar se prenden las velas, que se mantendrán prendidas todo el día y toda la noche hasta la despedida del almita, las velas deben ser grandes para que duren toda la noche, pues si se apagan, son una señal o aviso de que algo malo le va pasar a la familia. Las velas sólo deben apagarse al día siguiente a partir de las dos de la tarde porque si no se recogen a tiempo, las almitas se quedan y también sufren durante todo el año, por eso la creencia de “recoger a tiempo”, para que todos se vayan en grupo y no haya ningún maltrato a las almitas y así no se queden sufriendo durante el año.
“El armado del altar se empieza por la parte derecha, esto es respetando la salida de los astros como el sol o la luna, luego se pasa a la parte inferior donde le toca a la escalera, el bastón (caña de azúcar), luego los achachis, awilas y wawas, para finalmente terminar con las comidas, frutas y otros” (Eduardo, 71 años).
Se menciona también, que a las personas que fallecen siendo niños menores a siete (7) años no se les arma las tómbolas, a ellos solo los acoplan a la tómbola de los mayores, no ocurre lo mismo con los niños mayores, pues dicen que estos ya tienen vida propia, por ello le arman la tómbola con un fondo blanco.
Nuestros informantes mencionan que anteriormente era más fácil reconocer la casa de un familiar que tenga “almita” ya que ponían una lámpara afuera de casa, pero ahora lo que más se ve, es que dejen las puertas abiertas para que puedan entrar, algunos oradores o reza rezas, entre niños, jóvenes y adultos que pasan de casa en casa con su respectivo responso y/o cancionero, para rezar u orar a cambio de galletas, ofrendas entre otros, que depende de la voluntad de la persona.
Día 01 de noviembre – la recepción de las almas: Es el día de recepción a las almas de los difuntos (llegada), se alista el altar (mesa de ofrendas) antes de las 12 del mediodía ya que se tiene la creencia que el “alma” de su ser querido va a llegar a dicho lugar antes de que sean las doce. A partir del mediodía y durante la noche se acepta a los invitados, estos no vienen con manos vacías siempre traen un “cariño” (regalo), que puede ser trago, gaseosa, coca, vino, flores, entre otros, pero la creencia dicta que siempre debe ser par (un dato interesante aquí es la práctica del “ayni”). Al entrar al lugar, preparado para el altar o mesa de ofrendas, lo primero que hacen los visitantes es rezar por el difunto, pedir permiso para poder acompañarlo en su día de llegada, al finalizar sus oraciones rocían con agua bendita a la tómbola, para luego pasar a saludar a los demás presentes, estas oraciones continuarán toda la noche. Conforme se va recepcionando a los visitantes (familiares, vecinos y amigos), son agasajados por los familiares con un presente de bizcochuelo, pan, mana y galletas.
“Hacemos que pase donde está el altar o tómbola, hacen oraciones para las almitas, echan agua bendita y en agradecimiento, les agasajamos con licores o cervezas, galletas, manas, dulces, t’anta wawas entre otros. Una vez que se ha rezado al alma le damos una porción por haber visitado al alma, por haber venido a compartir con el alma nuestros alimentos” (Juan, 31 años).
Según uno de los informantes de las familias entrevistadas, se cocina platos que le gustaba en vida al difunto (alimentos favoritos), los cuales eran colocados y servidos en un plato en el altar de la tómbola, mientras el resto se servía a las personas que visitaban (familiares o rezadores), a quienes hay que atenderlos con cariño, respeto y esmero porque puede que sean las mismas almas que se personifican en el visitante o rezador. Se les debe dar de comer y beber, y a la vez para que se lleve y coman en el camino, también se menciona que las galletas y la mana, es el agradecimiento de los hijos hacia los invitados y resiris. Los entrevistados mencionan que “cuando no encuentran nada, generalmente dice que se van tristes porque no hay donde puedan comer sus alimentos de antojo ni sus bebidas, en consecuencia, las almas ruegan para que no tengamos nada durante el año, pero si encuentran todo vamos a tener también todo y no faltara nada”. Esa noche los familiares y amigos, liban algunos licores y ponches para contrarrestar el frío de la noche, comparten historias y socializan a manera de reflexión sentimientos de aprendizaje y cohesión social, transmitiendo este conocimiento a las nuevas generaciones. También esperan la visita de los resiris quienes empiezan a llegar a partir de las 10:00 pm, generalmente caminan en grupos de dos a más personas, y pueden ser adultos, jóvenes y niños. Estos personajes son los encargados de rezar y dar responsos por el alma del difunto, iniciando siempre su alocución, preguntando el nombre del alma a quién se está rindiendo homenaje, para luego rezar el Padre nuestro, Ave maría, Ángelus, oran por todas las almas recordadas por los familiares (almas antiguas), para finalizar con oraciones por las almas olvidadas del mundo. En compensación por sus servicios reciben dinero, pan, galletas, mana, dulces, t’anta wawas entre otros.
Una vez finalizado la recepción de conocidos y familiares se realiza una última oración para que todos pueden ir a descansar y esperar al siguiente día, para la visita al cementerio, lugar donde se realiza el despacho (kacharpari o despedida) del alma, no sin antes de retirarse, recibir de los dueños de casa más obsequios, como t’anta wawas, galletas, pancitos, mana, etc., para que se lleven y coman en el camino, esta operación se repetirá durante toda la noche hasta el día siguiente en que el tombolero, pide el permiso a los dueños del hogar para recoger la tómbola, recibiendo a cambio, lo que le gusto más, una t’anta wawa de cualquier tamaño (generalmente las más grandes), o alguna otra figura. Antes de esa hora según sea el caso, nadie toca lo que hay en la tómbola ni siquiera los resiris; porque la familia elabora gran cantidad de t’antawawas, galletas, y bizcochuelos para recompensar a los resiris y a quienes visitan al alma homenajeada, sean estos familiares, amigos o visitantes.
“Cuando ya es noche comienzan a llegar los rezadores, pero no solo niños, sino también mayores, a ellos se les da una porción de mana, dulce, pan, galletas, frutas, entre otras cosas. Hay una persona que cuida la tómbola durante toda la noche, generalmente es un varón, él no tiene que tomar ni tampoco dormir. Donde está armado la tómbola los familiares toman durante toda la noche, una vez que ya amanece desayunan, a veces los familiares siguen llegando hasta la mañana porque vienen de lejos, pero a las 9 de la mañana lo desarman, se reparte todo a los familiares y se lleva la mayor parte el que cuido toda la noche, el resto se lleva al cementerio” (Teodora, 51 años).
Día 02 de noviembre – el despacho: Es el día en que familiares y amigos se reencuentran en el cementerio, esta vez para ofrecer flores, corona, ofrendas, rezos y música para despedir las “almas de sus seres queridos”. Las flores que se dejan en las tumbas de sus difuntos, representan el marcar un camino (alfombra) para el retorno de los fallecidos; las coronas representan los sombreros, según la creencia estos deberán ser lo más ligeros posible, para que puedan llevárselos y no les pese en su ascenso al cielo (puedan subir rápido); las bebidas, son otro de los elementos que suelen echar a las lápidas en señal de respeto y compartir, se dice que las almas tienen sed, por lo que se les deja sus bebidas favoritas como ofrendas; así también las ofrendas de alimentos, ofrecidas en la tómbola deben ser llevadas al cementerio para ser repartidas entre los acompañantes, no debe quedar sobrantes, en la creencia de que no se estaría despidiendo bien a sus almas o que se les está haciendo quedar o retrasar, por lo que todo es repartido a los resiris, músicos, danzarines y acompañantes.
Despedida: también llamado “despacho”, se realiza el mismo día 2 de noviembre antes del mediodía, donde los familiares se aprestan para despedir a sus “almas o difuntos” en el cementerio, llevando flores, coronas y demás ofrendas. Todo esto tiene que suceder antes del mediodía por lo contrario las almas se retrasan y no pueden caminar rápido, en ocasiones se dice que lloran. La pérdida de conocimiento de la tradición, hoy en día ha ocasionado que muchas familias jóvenes no sepan el significado de poner flores, coronas y demás objetos, alegando una práctica mecánica en el sentido de que lo hacen porque es una costumbre que todas las personas lo hacen.
“El altar se arma sobre una tela negra, ahí encima ponemos productos: el bizcochuelo representa el ataúd del difunto, las escaleras el medio por donde bajan o descienden de los cielos a la tierra, la cruz representa a Jesús crucificado que protege al difunto, el t’anta caballo (caballo de pan) es el encargado de transportar las cosas u ofrendas que se le hace al difunto, la t’anta paloma (paloma de pan) representa al espíritu santo, las coronas blancas, celestes y rosadas para los niños representan pureza y paz, la caña de azúcar representa al bastón del difunto con el cual se apoya durante su travesía hacia la vida eterna, las flores representan al amor que la familia tiene hacia el difunto, los dulces son especialmente para los angelitos niños que fallecieron en su nacimiento o a temprana edad” (Irma, 38 años; Martha, 40 años).
Según las creencias, las ofrendas contienen elementos simbólicos y significados, que facilitan e invitan al alma a viajar desde el mundo de los muertos al mundo de los vivos, regularmente se colocan en una mesa de varios niveles (que representan los años de luto), las ofrendas de pan en forma de wawas, llamas, palomas, escaleras, luna, estrella, sol y toda clase de alimentos, incluido licores, bebidas, caramelos y frutas dispuestos en orden jerárquico en el altar o tómbola.
La imagen del difunto: Representa el recuerdo de la persona fallecida, expuesta en su mayoría por una fotografía encabeza el altar. Ésta imagen en otras familias es editada para poner el nombre del difunto.
La t’anta luna y el sol: Son elementos que según la creencia representan la iluminación del camino del alma para que puedan llegar a su destino. Cuando se recoge del altar estos elementos se entregan a las personas notables.
Las t’anta estrellas: O ch’aska (estrella) se coloca porque según la creencia es el lugar en donde estarán las almas y se podrán ver.
T’anta Angel: Representa su guía para que no se pierda del camino y también su recibimiento a su regreso (es para que lo reciba).
La representación del alma: Las creencias sobre la llegada de las almas, están representadas por ciertos animales, en general insectos, así los informantes comentaron “las almitas llegan en forma de mosca, abeja o hormiga, casualmente hay mosquitas y abejas, que dicen… cuando están rodeando o están cayéndose ya se han tomado los licores, y ya se han comido lo que ofrendaron en la tómbola por ello están mareaditos”. Algunas veces estas también pueden manifestarse como viento y botar algún objeto de la tómbola.
La t’anta escalera: Representa un instrumento que sirve para ayudar al alma a bajar y a subir al cielo a partir del mediodía del 1ro de noviembre hasta el mediodía del 2 de noviembre.
La caña de azúcar: Aunque es un elemento difícil de conseguir, al igual que el toqoro (cebolla crecida), representa un elemento central como un símbolo que representa que las almas tomaran sombra bajo estos ramos, o que son el bastón con que realizan todo su recorrido. Cuando se recoge la tómbola, estas ofrendas se entregan a las personas ancianas.
La t’anta paloma: Representa al Espíritu Santo y se cree que sirve para transportar de regreso las ofrendas que los familiares pusieron en la tómbola.
La cruz: Representa a Jesús en la cruz, sirve para que el alma pueda expiar sus culpas pendientes cuando llega al altar. Es colocado en la parte superior de la tómbola, a veces se forma de cenizas, otras de sal o pétalos de flores (tanto flores, ceniza o sal según otras versiones representarían la conservación de la pureza del alma).
Las T’anta wawas: Se dice que estas representan a cada ser querido que recuerda la familia que le acompaña o como símbolo de cariño de sus parientes. Según algunos estudiosos como (Calvo (2020) y Danilo Pallardel Moscoso citado por la misma autora, indican que al ser la muerte la continuidad de la vida, “al integrarse las costumbres incaicas y españolas, las wawas mantuvieron la vestimenta andina que decoran con grajeas y dulces, pero se les exige ser bautizadas en medio de una parodia donde los padres con autorización del personaje que hacía de Cura, despues de echarle agua bendita a la nueva hija, se la devoraban”. Esta pintoresca costumbre, poco a poco se esta perdiendo en nuestros días.
La t’anta llama: Generalmente representado con carga, este animal simboliza el medio de transporte que utiliza el alma para llevar todo lo que ofrecieron los familiares el día 1 de noviembre desde el mediodía hasta el día del despacho que será el 2 noviembre también hasta el mediodía.
Toqoro - cebolla crecida: Representa el medio para transportar agua (porongo) para calmar o saciar la sed del alma, representa también esperanza, esto por el color verde de sus tallos, en algunas familias en vez de la cebolla ponen los chullus (tallos de la totora) en relación al mismo significado.
El perro: Representa una guía para las almas de los muertos en el otro mundo. Es un compañero inseparable no solo en la vida, sino también en la enfermedad y la muerte. (Josefina, 60 años)
Caramelo de colores: Representan diversos motivos al igual que los panes (wawas, llama, paloma, etc.), sin embargo, la canasta es un elemento único, que representa otro medio que sirve al alma para transportar la comida o alimentos de las ofrendas.
La comida: Representa el plato preferido que tuvo en vida, al igual que las frutas y los licores son cuidadosamente seleccionados por los familiares en relación a los gustos que tenía la persona fallecida en vida.
La coca: Algunas familias incluyen también hojas de coca para las almas del mundo (almas que se encuentran dentro de los tres años o almas viejas). Estos símbolos son propios de las creencias del mundo andino.
El incienso: Es un elemento de fragancia Se utiliza para limpiar los malos espíritus para que las almas puedan entrar en el hogar sin peligro.
Las velas: Representan la iluminación del camino que recorrerá el difunto y tiene que ser siempre en par. Si la vela por algún motivo se apaga representa que el difunto no llegará de buen agrado, o que pasará algo malo durante la ceremonia.
El agua: O bebidas (gaseosa y cerveza), representan lo mismo, sirven para saciar la sed de las almas en su viaje de retorno.
Análisis y discusión
La trascendencia histórica y cultural de esta festividad en nuestra región, tal como lo señala Ríos, Ramírez, & Suárez (1995) tanto la ortodoxia de la iglesia como lo tradicional convivían en las celebraciones del día de muertos como lo constatan las crónicas de la época. Esta consistía en la aplicación de misas, sufragios, oraciones de diversos tipos, responsos, limosnas y oblaciones. Como una forma de expresar sentimientos de ayuda para la salvación de las almas, “si a lo largo del año, los cementerios eran espacios donde los muertos reposaban solitariamente, resignados al abandono, el día de su fiesta, los panteones se convertían en lugares de sociabilización” cobrando una animación inusitada por la cantidad de actores sociales que en ella se desenvolvían.
Tal como lo señala Müler (2019), es mediante la antropología y el énfasis en la etnografía interpretativa en que se debe analizar las características principales de esta celebración que se compone de diferentes momentos identificados. Además coincide en señalar que si bien este fenómeno ha sido muy estudiado en zonas rurales, citando a Rösing (1991), Bastien (1996), Harris (1983), Muñoz (2016), Monast (1972), Van den Verg (1989), entre otros, es poco lo que se ha investigado de las tradiciones andinas en espacios urbanos. Se puede decir que, en cuanto a las prácticas prehispánicas persistentes hasta nuestros días, hasta antes del siglo XIX eran actos no aceptados por la iglesia católica y las clases acomodadas, entendiéndose como una costumbre mantenida por las clases bajas indígenas, cuya práctica es revalorizada recien en el siglo XIX, con la subsecuente contaminación de sus rituales con las ideas cristianas por la insistencia de la iglesia, proponiéndose por primera vez dos tipos de ofrendas y diversas variantes en diferentes regiones del país por la diversidad religiosa de las culturas. La diversidad cultural y el permanente contacto con la ruralidad por la dependencia, ademas de la complejidad migratoria, son aspectos muy poco considerados en los estudios sociales, un ejemplo de este punto de vista es que, en otros países los excesos de comida y bebida fueron criticados como actos de gula, sin embargo, dentro de la fiesta popular este adquiría el estatus de comida ritual, convirtiéndose en un acto de afirmación del mundo y de la vida.
Finalmente en cuanto al aspecto simbólico, al concebir el hombre prehispánico la muerte como germen de vida, este fue un ciclo constante expresado en cuentos, mitos y leyendas, expresiones artísticas de esta transición de creencias representaron la muerte en forma de esqueleto en la fantasía popular, así como otros símbolos incorporados por la iglesia católica y otros elementos traídos de occidente. Sin embargo, año tras año lo simbólico y el simbolismo va perdiendo su sentido cultural, relegándose su práctica a una simple costumbre como indican una parte de nuestros informantes que solo lo relacionan a la experiencia de participación que tuvieron en la historia familiar y fue transmitida de padres a hijos.
Conclusión
De la investigación realizada coincidimos plenamente en señalar que, para los pueblos prehispánicos y sus descendientes actuales, el día de “Todos los Santos” y el de los fieles difuntos engloba la creencia en la muerte como un solo ritual, a pesar de las connotaciones morales de la iglesia católica (castigar o premiar) que fueron incorporando en la tradición popular elementos exógenos a la cultura autóctona, que recuerda en estas fechas la celebración de la continuidad de la vida.
El estudio identifica también el problema de la pérdida de prácticas y cambios culturales en las prácticas rituales, así como una diferenciación económica social entre los sectores que la practican.
Es necesario continuar realizando estudios a nivel longitudinal que visibilicen los cambios sobre las costumbres y tradiciones en relación al día de “Todos los Santos” en diferentes contextos tanto urbanos como rurales.
Conflictos de interés
Declaración de los autores
En la investigación no se consideró que requiriera aprobación ética, no tuvo financiación y carece de intereses concurrentes.
Declaración de intereses concurrentes
Los autores declaran que no tienen intereses financieros o relaciones personales que pudieran influir en el trabajo presentado en este artículo.
Referencias